Don Villa no olvidó a su perro al momento de hacer los preparativos del huracán y compró un saco grande de comida. Pero el área donde está su casa sufrió severos daños y la comida que habían comprado se mojó y sólo lograron salvar una parte que les dio para alimentarlo unas semanas.

derrumbe de carretera

Don Villa y su esposa viven en la comunidad Altos de Arena en Utuado y esa comunidad, entre deslizamientos, inundaciones y carreteras derrumbadas permaneció incomunicada más de un mes luego del huracán María.

La casa de don Villa es nada más y nada menos que la casa en el punto más alto de la montaña en la que queda la comunidad.

Salir a resolver cualquier gestión era un maratón que de regreso conllevaba una caminata de dos horas y media subiendo cuestas, pasando por encima de troncos de árboles y pedazos de carretera que estaban huecos por debajo.

derrumbe de carretera

El día que fuimos a visitar la comunidad como parte de una misión de ayuda de la organización Help for Puerto Rico, la caminata fue agotadora y ya de regreso, bajando las cuestas nos cruzamos y conocimos a don Villa. Comenzó a hablarnos de su comunidad, de lo mucho que le gusta la vida en el campo y cómo ama los animales.

Fue ahí cuando nos contó que al quedarse sin comida para su perro se tiró la caminata y bajó hasta la carretera principal, donde pidió pon y alguien del pueblo lo llevó a Arecibo para comprar comida para su perro.

No comeré yo, pero el perro mío come

montañas verdes bajo cielo azul
Imagen desde el punto más alto de la comunidad

Este señor, pasándolas negras en una comunidad incomunicada en Utuado y pasando trabajo para conseguir alimentos para él, fue quién de buscar salir de su comunidad a cómo de lugar, conseguir pon, viajar a otro pueblo y buscar hasta conseguir un saco de 50 libras de comida para su perro.

Y lo más conmovedor es que, ¿recuerdan que les mencioné que poder llegar a su casa era una caminata de dos horas y media subiendo cuestas sin parar?

Pues, una vez de regreso, y ni corto ni perezoso, don Villa se echó al hombro el saco de 50 libras con la comida de su perro y emprendió la subida a pie de aquellas empinadas cuestas por dos horas y media hasta llegar a su casa.

Al terminar el relato, don Villa vuelve y nos dice:

No comeré yo pero el perro mío come porque come.

De animal lover a animal lover nos dimos un abrazo, se le entregaron suministros que fuimos subiendo con la ayuda de la comunidad, y nos despedimos.

¡Bravo, don Villa!

Nota: al momento de la publicación, nos dimos cuenta que no teníamos una foto de Don Villa y su perro para compartirla. Utuado está sin señal en muchas áreas, pero tan pronto logremos comunicarnos con él, si así el lo desea y nos comparte una foto suya y de su perro, felizmente la publicaremos para completar la historia.